domingo, 5 de setembro de 2010

89 - HIJOS DE DIOS (PARTE I)

Ayer a la noche, estaba viendo en la TV – Globo un programa con el tema “niños prodigio”. Me interesé por el asunto, pues tuve que convivir en el día a día y durante muchos años, con mis hijos, que normalmente eran considerados en esa categoría referida en las varias escuelas por las cuales pasaron.
Entendí por lo que fue dicho en aquél programa, parecer de especialistas y declaraciones de padres y educadores, que mi comportamiento en relación a la educación de mis hijos fue bastante adecuada…
Por lo que los “especialistas” del asunto que allí aparecieron decían, el peor y más común de los errores de los padres de esos “genios”, sería el de se considerar “dueños” de algo que es en realidad una dádiva del cielo: ¡Ellos queriendo dirigir de forma rígida y personalista los destinos de aquéllos “fenómenos raros”!… Sería como si esos padres buscasen la “auto – realización” con un “golpe de oportunismo”: -Ved aquí, yo no hice nada de importante en la vida, mas aquí tenéis esta “obra de arte” que el mundo aplaude y yo creé. Esos padres, montados encima de los hijos como si estos fuesen briosos corceles para ser sometidos y dirigidos, y sobre los cuales poder desfilar su magnífico triunfalismo por los caminos y carreteras de la vida, acaban se transformando en un estorbo para el desarrollo armónico y natural de los dones de los hijos, un problema que generalmente acaba resuelto de la peor forma posible: ¡Los hijos soltando una “coz” en los propios padres, para ellos poder transitar por los caminos escogidos por ellos mismos!…
Y eso no es apenas conclusión de lo que los “especialistas” decían por la TV, mas también hace parte de mi “vivencia personal”… En relación a “formación cultural”, mi mujer repetía la fábula de La Raposa y las Uvas, ella representando en el caso “la raposa”, y la “formación cultural” correspondiendo al papel de las “uvas” de la fábula: ella estuvo queriendo adquirir “mayores conocimientos”, pero como eso estaba resultando difícil para ella, pasó a rechazar y hasta menospreciar el acto de la “dedicación a los estudios y adquisición de conocimientos”… Resultado de todo eso: ¡Ella siempre representó un “freno cultural” para mí y para nuestros hijos”!…
Así mismo, y a pesar de los hijos recibir “el mayor incentivo” por parte de la madre para faltar a la escuela, como la instrucción escolar era obligatoria y los propios hijos mostraban tener interés por los estudios, los “ecos” que de “las escuelas” llegaban hasta “nuestras casas” (en el plural esto, pues en nuestra vida gitana vivimos en muchos lugares diferentes y como consecuencia los hijos pasaron por muchas escuelas también) repercutían en el sentido de que aquéllos niños eran “genios”…
Así siendo, como mi mujer no fue nunca un ejemplo de constancia de actitudes, y sí lo contrario, me parece que llegó un momento que empezó a sentirse lisonjeada por el hecho de ser, según profesores y madres de otros alumnos, la madre de “niños fenómenos”… Ahí es que ella empezó a querer dar “incentivo” en los estudios de los hijos (una cosa que estos nunca necesitaron, pues ya habían nacido con predisposición natural para los estudios)… Resultado: el hijo mayor, que ya era con diferencia el mejor de su clase, empezó a tener que aguantar lo “que” tenía que hacer en materia de estudios, además del “cuando” y el “como”, eso todo con el “estilo desquiciado” que la madre tenía de llevar sus incumbencias por el mundo… Confieso aquí que me divertí con la “coz” que el hijo soltó en su madre, cuando se rebeló contra ella, diciéndole que a partir de aquél día iría a cumplir apenas con sus responsabilidades de ser apenas “aprobado” en los estudios y que no quería ser “infinitamente el mejor” de los alumnos de su escuela (apenas “el mejor”, ya lo era)…
Y a partir de aquél día, los estudios “extra – escolares” que siempre se le veía hacer en casa fuera de las horas normales de la escuela, los cambió por las prácticas deportivas y organización de fiestas escolares entre los alumnos de su escuela, donde era responsable por la instalación de sonido e iluminación de las salas de fiestas donde ocurrían los eventos (el tenía conocimientos avanzados en las áreas de informática, electricidad y electrónica, en relación a los conocimientos “normales” de chicos de su edad).

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