segunda-feira, 4 de abril de 2011

206 - CASI NORMAL


¡Yo no soy normal!... ¡Lo admito una vez más!...
En realidad, todos tenemos algo de “especial” que nos hace ser diferentes de los “otros”… Y no son solo las impresiones digitales, las líneas de las manos y los rasgos fisionómicos, mas también en lo que se refiere al carácter, a nuestra “alma”… Somos parientes y tenemos “algo” en común, con el mayor genio de la Humanidad y con el loco más rematado, pero tenemos “algo” que nos hace únicos… A veces me veo a mí mismo como un genio… ¡Otras veces me veo como un esquizofrénico!...
De cualquier forma, lo admito: ¡Yo no soy normal!... Y creo que tengo motivos para no serlo…
Para mí es fundamental la historia de mi “inicio como gente”: a los 8 años de edad, justo cuando somos un “libro abierto de páginas en blanco para ser escrita nuestra historia personal”, apareció en mi vida un “loco” para empezar a escribirlas, un “confesor”, que me condenó al fuego del Infierno para toda la Eternidad sin darme oportunidad de remisión… Eso fue fundamental en mi historia personal: ¡Fue condición de lo más adecuada para transformarme en un “loco rematado” y ajeno a cualquier realidad de las “personas comunes”!... (Ya me referí a ese asunto en el opúsculo Hilos Invisibles, http://angelnavaridas.zip.net archivo 8/IV/2007 a 14/IV/2007 cap. 22).
Creo que fue esa situación, extremamente cruel, que me transformó prácticamente en un “autista”: Durante toda mi juventud yo casi no me comunicaba con los otros, hablaba muy poco, vivía casi exclusivamente dentro de mí… Y mira que, según decían mis padres, yo aprendí a leer “solo” con poco más de 2 años de edad (eso era exagero de ellos: en realidad aprendí a leer con una hermana de mi padre, solterona, que vivía en estado de reclusión en un cuarto de nuestra casa y rodeada de libros; en aquél cuarto solo entrabamos yo y ella, y yo le preguntaba sobre los “garabatos” que acompañaban las ilustraciones, y así, sin mis padres darse cuenta, yo acabé aprendiendo a leer “solito”. Es curioso, que con otros descendientes míos, hijos y nietos también ocurrió el mismo “fenómeno”: aprendieron a leer “solos” –en realidad apenas aparentemente “solos”- a edad muy temprana, pero como decía, en el caso de ellos también existe una “explicación” equivalente a la mía: Gusto innato por la lectura desde edad temprana, curiosidad y ganas de “aprender cosas nuevas” más allá de lo común, y tal vez una “inteligencia natural y específica para la cosa” superior a la media)…
Y así, se puede decir que yo era “especial” en mi primera infancia, eso por el “lado bueno”… Ya con la edad de 8 años, y con el aparecimiento en mi vida del Padre Bruno, un padre que solo salía al mundo externo del convento a través de la ventanilla del confesionario (para repartir los diablos que creaba en su celda de clausura con el infeliz que se aproximaba de aquélla “ventanilla del Infierno”) con la ayuda de ese padre como digo, me transformé en un “nuevo ser especial” de esta vez por el “lado malo”, un “autista” o algo próximo de eso…
¡A estas alturas quedo aquí pensando, que el “milagro mayor de mi vida” no es el de haber aprendido a leer “solo” a los dos años de edad, y sí el de haber sobrevivido a la acción de la “apisonadora psicológica” llamada Padre Bruno, sin transformarme en un esquizofrénico sin pizca de juicio!...
Cavalcante – 20 / VIII / 2009.

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