86 - ANTI - OLIMPIADA

El equipo olímpico de fútbol de Brasil fue eliminado… Aquellos que ayer eran considerados héroes, hoy están siendo considerados villanos… Los críticos más exaltados están pidiendo duros castigos para ser impuestos a jugadores y técnicos por el “humillante fracaso”… La neurosis colectiva está alcanzando hasta ganadores de medallas de plata de otros deportes: ya oí varias veces críticas contra estos por haber “perdido la medalla de oro” y siendo desdeñadas sus conquistas de la medalla de plata… A estas alturas, recordar al Barón de Coubertain (Lo importante es competir, ganar o no ganar es detalle secundario) equivale a se proclamar aspirante a insultos de todos los tipos: imbécil, anti-patriota, etc…
El “espíritu angélico” que flotaba sobre el Estadio Olímpico durante la ceremonia de inauguración de la Olimpiada, fue substituido por un tipo de “fantasma” que atiza la belicosidad entre los competidores…
Ese “fantasma sanguinario”, que ya crucificó a Jesucristo y dio tiros en Ghandi y el Papa, ahora se manifiesta atizando impulsos belicosos concentrados por allí, en tierras australianas, mientras se prepara para acciones destructivas de “mayor envergadura” (del tipo del aumento del arsenal atómico, preparación de acciones terroristas, o incitando incendiarios a quemar la selva amazónica)…
Esa “pandemia psíquica”, el “virus” que la provoca y que ya fue llamado por Peter Russell de “virus del Anticristo”, ¿cuando será identificado, aislado y será elaborada algún tipo de “vacuna” contra él?...
Mientras la TV muestra la idea del Barón deturpada, mientras por la calle donde vivo pasan coches con altavoces haciendo propaganda política (el próximo domingo hay elecciones municipales) diciendo que si botamos en cierto candidato todo irá mejorar hasta el punto de transformar todo en nuestra vuelta en un Nuevo Jardín del Eden, yo voy a mi “retiro voluntario diario” entre las cuatro paredes de mi cuarto, con la esperanza de algún día todavía yo me transformar en una “verdadera célula” del Cerebro Global…
Ubatuba – 26 / IX / 2000.