quinta-feira, 29 de julho de 2010

66 - O SISTEMA


Me acordé hoy, de la sensación extraña y pesada que se creó dentro de mí, y a veces me dejaba bien desanimado, en los tiempos que quedé “marginalizado” del SISTEMA…
El SISTEMA es una “entidad amorfa y acéfala”, que nos contiene como seres civilizados individuales, sin que nos demos cuenta de su existencia… Vivimos una situación igualcita a la de los peces, que solo “sienten” la existencia del Océano cuando quedan fuera de él y empiezan a asfixiarse… Por dos veces sentí ese tipo de “asfixia” en mi vida: durante tres años en la década de 1980, cuando quedé sin vínculo con cualquier empresa tradicional e intentaba rehacer mi vida junto con los componentes de una Comunidad Alternativa de la Nueva Era (entidad esta que tampoco existía legalmente, siendo por tanto un “fantasma” para el SISTEMA, tanto el “grupo” como un todo como los individuos que lo formábamos) y después en el año de 1992, cuando quedé desempleado y sin domicilio fijo, teniendo que vivir durante algún tiempo en la casa de amigos, hasta que fui para Japón, ocasión en quedé fuera del SISTEMA BRASILEÑO, apenas con un registro de salida del país en mi pasaporte…
Fue cuando pasé a vivir “semi-marginalizado” dentro del SISTEMA JAPONÉS… Un “sistema” este, semi-impenetrable, que rechaza sistemáticamente extranjeros en la parte de ciudadanía, negándoles el derecho de tener un techo propio o alquilado, teniendo que sujetarse a vivir en los alojamientos providenciados por los empresarios interesados en la “mano de obra” de ese contingente de “no ciudadanos” nipónicos… Por aquéllos tiempos tuve que vivir en alojamientos de fábricas junto con toda mi familia (mas tarde, con el pasar del tiempo y haciendo amistades con otros ciudadanos japoneses, y con el aval de estos, conseguimos alquilar un piso, donde fueron a vivir mis hijos y mi mujer, sin mi compañía, por yo haberme separado de mi mujer por aquéllos días, yo continuando a vivir en el alojamiento de la fábrica en que trabajaba, de donde salí solo para volver para Brasil)… A pesar de esos “desajustes” con aquél SISTEMA, tanto para mí, como para otros brasileños (estos en general descendientes de japoneses, o en casos como el mío, casados con “descendientes” de aquélla etnía) ganábamos bien mejor que en Brasil (en muchos casos, como en el mío, ni teníamos empleo por aquí, con el país pasando por una crisis económica profunda) y todavía teníamos registros en la Emigración, Ayuntamientos, Sistema de Salud Pública, y registro con “agentes oficiales” que nos contrataban como “mano de obra”, todo lo cual, contribuía para estar en una situación hasta mejor que la que habíamos dejado para atrás dentro del SISTEMA BRASILEÑO…
Peor situación que la nuestra, brasileños, tenían otras personas, procedentes de otros países, que entraban en el país en la clandestinidad, y tenían que sujetarse a las leyes de sistemas mafiosos de intermediarios que hacían el enlace entre ese tipo de “mano de obra extranjera” y los empresarios japoneses (estos en general “pequeños empresarios”, pues las “grandes empresas” japonesas no aceptaban ese tipo de “mano de obra” en sus cuadros de funcionarios).
Hoy en día, mi familia vive en Japón “a la luz del día”… Y en lo que a mí se refiere, con la separación de mi mujer, que es hija de japoneses, tuve que escoger entre quedar por allí en la clandestinidad, o volver para enfrentar el SISTEMA BRASILEÑO… Escogí la 2ª opción, y por aquí volví dispuesto a abrirme paso por “nuevos caminos” a mis 57 años de edad…
Durante un año viví a la “sombra” de amigos por aquí establecidos, sin vínculo con empresas legalmente constituídas, ni domicilio fijo… Hasta que me enteré de que en el año de 1995 (en los tiempos que yo vivía en Japón) fue firmado un acuerdo entre las Previdencias Públicas de España y Brasil, para jubilaciones entre otras cosas, que me posibilitaba entrar con pedido de jubilación por “tiempo de contribución” para la suma de las dos Previdencias (española y brasileña)…
A pesar de que yo en teoría tenía ese “derecho adquirido”, en la práctica tuve que enfrentar muchas negativas a mis “derechos”, muchas “caras feas” de funcionarios públicos que me mandaban de un lado para otro de la inmensa “máquina administrativa” de la Previdencia Brasileña… varias veces desistí en momentos que mi pretensión parecía una “misión imposible”… y otras tantas veces insistí volviendo a la carga… Hasta que “un ángel cayó en mi sopa”, con la forma de una “alta funcionaria” de la Administración Central de la Previdencia de Brasilia, la cual se interesó por mi caso emperrado en las mallas de la “máquina mastondóntica”, y a partir de ahí, y después de un año dando vueltas por muchas reparticiones públicas de Brasilia y São Paulo, la cosa empezó a vislumbrarse con “final feliz”… Ella empujó mi “proceso de pensión” para frente, y rescató mi derecho de volver a hacer parte del SISTEMA…
Muchos dramas no expuestos existen “por ahí”, creando en corazones anónimos el sentimiento de la humillación al ser rechazados por el SISTEMA, este que les niega el derecho a hacer parte de él… Y no somos todos los que tenemos la habilidad literaria de un Kafka, que en su libro EL PROCESO, expresaba el clima angustiante y absurdo del individuo oprimido por un SISTEMA que lo sofoca y nulifica…
Y en lo que a mí se refiere, doy gracias a Dios, porque Él me proporciona la “visión de conciencia” de que En Él vivo, respiro, me muevo… y eso todo hasta en aquéllas ocasiones en que me siento sofocado, en la “playa” y a la orilla del “océano” del SISTEMA…
Alto Paraíso – 8 / II / 2000.

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