quinta-feira, 11 de novembro de 2010

102 - YO EN JAPÓN


Estuve recordando de mis tiempos vividos en Japón. Por allí era inconcebible una extranjera quedar embarazada y continuar trabajando y viviendo por allí, y menos todavía dar a luz, como hizo recientemente mi hija Solange: cuando los dueños de la fábrica (que eran también los que proporcionaban vivienda y respaldo con la Emigración) percibían que una extranjera había quedado embarazada, enseguida ella perdía empleo, vivienda y aval con la Extranjería, y tenía que volver para su país de origen… Funcionarias faltar al trabajo para ayudar a una amiga enferma, como es el caso de amigas de Solange que están haciendo con ella por estos días, tampoco sería bien visto en las fábricas que conocí… El caso de mi hija en todo es excepcional, pues ella hizo amistades entre japoneses importantes, principalmente los dueños de la fábrica en que trabajábamos (yo también trabajé en la misma fábrica que ella está)…
Cuando llegamos a Japón, el esquema de trabajo y vida en la fábrica era de penitenciaria: Era prohibido hablar durante el trabajo asuntos ajenos al servicio, era prohibido recibir visitas en los alojamientos de la fábrica, entre los propios residentes era prohibido entrar al cuarto de otro residente, era prohibido quedar parado en los corredores y alrededores de la fábrica. Las salidas del cuarto, solo eran permitidas para ir a la fábrica, esta que quedaba debajo de los alojamientos. Para ir a hacer compras, solo podíamos hacerlo a la noche y con mucha discreción (en la fábrica que trabajábamos, la mayoría de los extranjeros eran clandestinos, por eso las “normas especiales” que teníamos que seguir nosotros también, a pesar de mi familia estar toda ella en situación legal). Gestos de desprecio de los líderes nativos en relación a los extranjeros eran habituales y hasta ocasionales agresiones ya presencié y sufrí. Y la actitud esperada del extranjero, era de este bajar la cabeza y aceptar su condición de “bestia de carga” sin dignidad ni cerebro…
Con el pasar del tiempo, la situación fue poco a poco cambiando… Solange fue la responsable por eso, y más tarde yo seguí por el “camino” que ella había abierto…
Rápidamente Solange asimiló el funcionamiento de todos los servicios de la fábrica y ganó la confianza de los dueños, mas estos también tuvieron que cambiar el trato con ella como funcionaria: en vez de las reverencias y los “sí señor” que ellos estaban acostumbrados a recibir de sus funcionarios, ellos tuvieron que acostumbrarse con la irreverencia, las bromas, la risa, los “no” de ella… El “estilo robot” habitual de los funcionarios japoneses, pasó a convivir con el “estilo bromista” habitual del brasileño…
Yo tardé más para implantar mi estilo…
El primer año tuve que aguantar el servicio brutal e insalubre en una galvanización primitiva, donde yo era tratado como “bicho”, y ni tenía para donde escapar, por causa de que estábamos allí con un “esquema familiar”, lo que era anómalo de se ver en las fábricas japonesas (ellos solo querían “mano de obra” joven, y nosotros teníamos también dos “viejos”, yo y mi mujer, y todavía un crío todavía en edad escolar: ellos nos habían aceptado allí, porque nadie se estabilizaba en aquél servicio, ni los extranjeros clandestinos, que tenían más libertad para cambiar de empresa que nosotros con nuestro “esquema familiar anómalo”: Solange tenía facilidad para encontrar empleo, pero cuando decía que ella llevaría junto a los padres y al hermano menor, los empresarios no aceptaban, y ella continuaba junto con nosotros por solidariedad)…
Después de un año de trabajo en condiciones sub-humanas, pasamos para una gran galvanización moderna y mecanizada, donde nuestro empleador japonés participaba de forma “tercerizada” como suministrador de “mano de obra especializada” apenas, dejando la vieja galvanización paralizada y apenas usando la parte superior como alojamiento de los extranjeros… Allí la situación cambió a mi favor: las máquinas hacían los servicios más pesados y eran ellas que daban los “baños” de las piezas en los productos químicos en vez de los hombres hacerlo… ¡Pero era necesario entender las máquinas, para poder regularlas y hacer que desempeñasen su función!... En principio, quien hacían los regulajes de las máquinas eran un especialista que fue contratado para liderar la galvanización y Solange que también fue instruida junto al nuevo líder del sector.
Algún tiempo después, Solange salió de la galvanización, con amenazas de salir de la empresa si no la transferían para otro sector (amenazas vacías, pues estaba amarrada por causa de nosotros, el resto de la familia)… Contrataron un vice-líder en lugar de Solange ( ahí los empresarios hicieron una mala contratación, pues el sujeto era apenas un “mono de imitación” que se había preparado en imitar el comportamiento y gestual de “jefes”: hablaba alto, en tono autoritario, dando impresión de que sería un “buen jefe”, pero le faltaba lo principal: raciocinio para entender el funcionamiento de las máquinas, que los propios dueños de la fábrica tampoco sabían regular)… Y las cosas quedaron todavía peor para los empresarios, cuando el líder que las regulaba también comunicó que quería salir… Ellos, los dueños y el líder, quedaron hablando a mi lado y conseguí entender lo que estaba en cuestión: si el Vice-líder (el “mono de imitación”) conseguiría substituirlo en la hora de hacer las regulajes más complicadas… Él hizo un “gesto de desprecio” en la dirección del “mono de imitación” e indicó en mi dirección, diciendo que yo podía substituirlo en esa función…
Y así, de repente, el “bicho” que era “padre de Solange”, quedó en la situación de “rey sin corona”… Para mí, como proyectista de máquinas y de instalaciones industriales, no fue difícil entender lo que los dos “dimisionarios y líderes” hacían con las máquinas: ¡solo sobré yo que sabía hacerlo!…
Pasé a ser protagonista de escenas fuera de los común en las fábricas japonesas: Yo, un extranjero, tratando de forma ruda a aquél que “aparentemente” era el jefe del sector… ¡en realidad yo hacía eso porque él era apenas un “jefe de papel” y dependía de mí para el sector funcionar!...
En principio lo traté varias veces de forma ríspida, pero luego pasé a hacerlo apenas “objeto de mis bromas”…
Luego colocaran un nuevo jefe efectivo, que era yerno del dueño y que tampoco sabía regular las máquinas, por lo que también quedó dependiente de mi… Pero con este “nuevo jefe”, mi clima de armonía con él fue perfecto: era también bien humorado y bromista, y pasó a cooperar conmigo en las bromas que gastábamos al “mono de imitación” y también aceptó el clima general de descontracción y alegría que yo había instaurado en el sector en los tiempos libres que sobraban entre el cargamento de las máquinas… Cuando yo entré en la galvanización, aquél sector era “maldito” dentro de la fábrica y quien podía se escapaba a trabajar en él… Poco más de un año después, aquello se transformó en un “oasis brasileño” dentro de las fábricas japoneses, donde ya no era un sector “mal visto” por los operarios y todo lo contario, era hasta codiciado de trabajar en él… ¡Y yo me siento orgulloso en mi íntimo, pues sé que fui el principal responsable por esa transformación, cuando aproveché “los vientos favorables” que lo permitieron de ocurrir!...
Algunas de aquellas amigas de Solange que están cuidando de esta en su convalecencia de los problemas de salud que tuvo recientemente (además de cuidar de su hijo) yo sé que algunas de esas amigas, llegaron a trabajar conmigo en la galvanización. No sé si todavía continua alguna trabajando en aquélla galvanización, pero lo que si estoy seguro, es de que si ellas trabajasen en aquélla “penitenciaria” que era aquél sector cuando llegué a Japón, seguramente que no les permitirían faltar al trabajo para ayudar a una amiga enferma… Y también estoy seguro, de que si esa circunstancia fuese en aquél mismo sector en mis tiempos finales de Japón, eso sí sería posible, principalmente por tratarse de Solange, la cual era tenida en alta consideración por los dueños de la fábrica, después de pocos meses de actuación de ella en la empresa…
En fin, brasileños y japoneses tienen mucho que aprender unos con los otros, cada uno con su estilo de vida…
Al fin de la cuenta y en el futuro, el mundo tendrá “nuevos pobladores”, que ya no serán divididos en japoneses, brasileños, alemanes, españoles, americanos, europeos o asiáticos, mas serán Partículas Vivas, inteligentes, participativas e inter-activas que formarán el Cerebro Global de Gaia
Eunapolis BA – 28 / I / 2.001.

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