terça-feira, 16 de novembro de 2010

108 - LAS VACAS FLACAS Y LAS VACAS GORDAS


Ayer cumplí 62 años. No quería decir nada nadie (nunca fui mucho de fiestas, ahora de viejo menos)… Pero mi hija se acordó… Y estuvieron haciendo celebraciones en mi homenaje, a pesar de que yo no lo quería…
Por otro lado, fue un buen día en el sentido de que las cosas mejoraron para toda la familia por aquí en Japón, lo cual es motivo de celebración mayor que el aniversario de mi nacimiento…
Hablando con mi hija Solange y su marido Oscar, recordamos de los malos momentos que ya pasamos por aquí en Japón, y no solo por problemas de salud (recientes de Solange y más antiguos de mi mujer) sino también por la situación laboral en que nos encontrábamos cuando llegamos por aquí, trabajando en una empresa que más parecía una penitenciaria que una fábrica… Mi yerno es un sujeto extremamente aplicado y responsable, no solo con la familia, mas también como empleado en su trabajo. Él se aplicaba al máximo en la antigua empresa y así mismo no tenía el mínimo reconocimiento de los empresarios… Quedó sorprendido con el tratamiento que le dan los nuevos empresarios, los cuales reconocen su trabajo y sus esfuerzos y lo consideran “empleado ejemplar”…
Todos trabajábamos en la “penitenciaria” en nuestros comienzos de Japón. Los hijos salieron enseguida, y solo quedó con los “viejos” y con el hermano menor, Solange, en situación de sacrificio y para evitar cosas peores con el “resto” de la familia…
Mi hijo menor, Mauricio, que estaba presente y oyendo lo que Oscar decía, comentó, que después de conocer el “infierno” de nuestra primera empresa, cualquier empresa japonesa pasaba a ser sentida como el “paraíso”, los antiguos empresarios los recordábamos con aspecto “luciférico” y los nuevos los viendo con aspecto “angélico”…
Mi hija, mi yerno y yo, llegamos a ser tratados como “esclavos de lujo” en la antigua empresa… ¿Cuál el “lujo” máximo que conseguimos?... ¡No ser tratados a patadas como bestias, como ellos tenían costumbre de tratar a sus funcionarios, principalmente extranjeros!... Después de salir de allí, los tres recibimos ofertas para retornar a aquélla antigua empresa, cosa que ellos no tenían costumbre de hacer con ex funcionarios… y nosotros también no éramos locos de aceptar volver a la “penitenciaria” después de lo difícil que fue huir de ella…
Como comentaba con mi yerno, aquéllos tiempos equivalen a Los Siete Años de las Vacas Flacas de la Biblia (tiempo aproximado que pasaron por allí mi hija y mi yerno, yo volví para Brasil después de 3 años, después de pedidos reiterados y vehementes de mi mujer, Yoko, que quería verme fuera de Japón y de la familia a cualquier precio)… ¡Ahora es hora de agradecer a Dios por hacernos conocer Los Tiempos de las Vacas Gordas
¡Es la parábola bíblica transportada para nuestra “epopeya familiar”!...
¡Memorias y reflexiones del momento!
Numazu – Shi, Japón – 28 / IV / 2001.

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