quarta-feira, 17 de fevereiro de 2010

14 - LA EVOLUCION Y DIOS


Somos el resultado de dos líneas de Evolución superpuestas.
Primero, la evolución de ciertos seres unicelulares que se transformaron en Metazoarios.
Segundo, la evolución en andamiento a través de la diversidad de las “formas”, de los propios Metazoarios.
Algunos tipos de seres metazoarios a su vez, repitiendo la primera etapa de la Evolución, dejan la vida individualizada para adoptar una vida colectiva: hormigas, termitas y abejas, entre otros insectos, llegaron a un nivel de vida colectiva que representa un nuevo piso de la evolución de las formas vivas sobre la Tierra.
Entre los mamíferos, el Hombre, con sus tribus, aldeas, países, sigue caminos evolutivos semejantes a aquéllos observados entre los insectos sociales indicados, estos con sus hormigueros, termiteros, colmenas. Como estos, las sociedades humanas representamos un Nuevo Piso dentro del proceso de la Evolución.
El “impulso aglomerador” está dentro de nosotros, como está en las abejas, como está en algunos tipos de seres unicelulares, como está todavía en partículas menores, como está en el átomo. Este “impulso aglomerador” crea Orden y Vida y aparece en oposición al “impulso dispersivo”, este que crea el caos y la muerte de las Formas Vivas.
Así como nuestro organismo creó defensas contra el ataque de bacterias patogénicas, nuestras sociedades crean leyes y castigos para los transgresores de las mismas, cárceles para contrarrestar las acciones de los transgresores, todo para controlar los “impulsos dispersivos” de aquéllas “bacterias humanas” que amenazan la sobrevivencia de las sociedades.
¡El DIOS en que creo, es Aquello que está por detrás de ese Impulso Constructor de la Vida en Evolución!…
23 - VII / 1998. – Alto Paraíso.

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