terça-feira, 16 de fevereiro de 2010

5 - POR EL VALLE DE LAS SOMBRAS

Ayer estuve en Planaltina por causa de mi jubilación. Mi nombre está apareciendo en los computadores de la Previdencia; dijeron que ya fue concedida mi jubilación, pero que no saben cuando empezarán a me pagar.
Ayer a la noche también decían en el Telediario, que el sistema previdenciario está en déficit, y que el gobierno está queriendo hacer una reforma en el sistema para intentar “salir del agujero financiero”. Pero que gran parte de los parlamentares se oponen a esa reforma. Intereses “ocultos” deben estar por detrás de esa resistencia de los “representantes del pueblo” (los que maman de las “tetas” de la Previdencia, deben ser aquellos que se oponen a las reformas).
Para esos “intereses ocultos”, sería óptimo si todos los contribuyentes renunciasen a la jubilación después de pagar por toda la vida, los “viejos” se suicidasen, o cosa así: ¡los “vivillos” que hacen parte de la administración financiera del fondo de pensión, podrían así continuar “mamando” sin preocupación de que alguien reclamase de la situación!...
Ya hace mucho tiempo que desconfío de las instituciones creadas por el Homo Egoicus: él es resistente, no quieren cambiar de hábitos, no quiere transformarse, no quiere “morir”.
Hace algunos años atrás, después de 20 años de contribución para la Previdencia Social y sin nunca haber usado sus servicios, en una hora que necesité de usarla, me fue negado el derecho, con el pretexto que yo tenía también otro convenio particular y que usase este último.
El caso es que yo no conseguí resolver los problemas de salud de mi mujer por el convenio particular, por ser el caso de una enfermedad rara: Y existía la posibilidad de llegar a alguna solución con el Centro de Investigaciones Médicas de la Escuela Paulista de Medicina, que tenía convenio con la Previdencia Social Oficial y la Universidad de São Paulo, cuidando de los casos de enfermedades raras en el Hospital São Paulo.
El caso es que mi mujer estaba hacia 5 años con enfermedad rara, sin diagnóstico ni tratamiento y ya habíamos intentado de todo para llegar a un diagnóstico. Una vecina era enfermera del Hospital São Paulo y a veces la atendía en casa en momentos de crisis, dentro de las limitaciones de sus conocimientos. Mi mujer tuvo dos pulmonías seguidas y en la segunda vez quedó en estado crítico, y esa vecina la llevó al sector de emergencias del hospital donde trabajaba, y los médicos vieron que además de la pulmonía tenía alguna otra enfermedad, estos comunicaron a los Catedráticos e investigadores de la Escuela Paulista de Medicina, los cuales empezaron a tratar mi mujer de las dos enfermedades: la diagnosticada e la no diagnosticada.
Mi mujer pasó dos o tres semanas en el hospital y era un desfile continuo de médicos de alto nivel, de catedráticos de la Universidad de Medicina de São Paulo y sus alumnos, especialistas e investigadores, pero estos no conseguían llegar a un diagnóstico sobre la enfermedad principal que tenía mi mujer. Dijeron que tenían que hacer un tipo de “prueba definitiva”, pero el único laboratorio que hacía ese tipo de examen en Brasil, había parado de funcionar por aquéllos días, e tenían que esperar a que este volviese a funcionar para llegar a una solución.
Como mi mujer ya había mejorado de la pulmonía, y el hospital funcionaba con déficit de lechos, dieron alta a mi mujer con la recomendación que ella volviese dos semanas después para llegar a la solución final de su caso.
Resultado: aquél hospital público, como todos los hospitales públicos en Brasil, es un caos administrativo, y cuando volvió mi mujer dos semanas después, no consiguió pasar de la recepción; después de esperar varias horas en la fila, cuando llegó su hora, la recepcionista le dijo que no podían atenderla allí, por que yo tenía otro convenio médico particular. E ante a insistencia de mi mujer, diciendo que los catedráticos de la Escuela de Medicina la estaban esperando, la funcionaria amenazó a mi mujer de llamar a la policía, por haber usado la institución sin tener derecho a ella.
E allí continuamos nosotros, corriendo atrás de medicinas alternativas, milagreros, etc, hasta que yo quedé desempleado, y con el mercado de trabajo en crisis, además de otros problemas colaterales para la sobrevivencia, acabé yendo con toda la familia para Japón, por ser allí, del “otro lado del mundo”, donde se abrió una puerta para continuar sobreviviendo… Allí mi mujer quedó en situación más crítica todavía, pues empezó atrabajar en una fábrica en ambiente de insalubridad, lo que la dejó peor todavía: los riñones pararon de funcionar; quedó toda hinchada. Corrimos para los hospitales japoneses, y los médicos comprobaron, igual que los médicos brasileños, que tenía “otra enfermedad principal”, por detrás de la aparente y secundaria. Al contrario de los médicos brasileños, los japoneses dieron un nombre a la enfermedad principal: Cogenbio (Lupus para la Medicina Occidental).
Como el estado de ella era crítico por causa de los riñones deteriorados, mas sabiendo que eso era consecuencia de la otra enfermedad, esta incurable hasta entonces, los médicos japoneses me pidieron autorización para aplicar remedios que estaban siendo aplicados por la Medicina de primera línea por todo el mundo, y que parecía estar teniendo resultados positivos: Esteroides anabolizantes, o cosa parecida. Después de tres meses hospitalizada bajo cuidado de los investigadores médicos japoneses y con subvención del Ministerio de la Salud del Japón , ella volvió para casa (en realidad para los alojamientos de la fábrica donde trabajábamos ella, yo y mi hija). Desde entonces sobrevive como cobaya de la Medicina y tomando los remedios que los médicos le recetan para continuar sobreviviendo. Ya tuvo un montón de enfermedades secundarias derivadas de la enfermedad principal: Tendonitis, colagenosis, pulmonías, furunculosis, herpes, y ahora derrames cerebrales, el último de las cuales la dejó sin habla y prácticamente sin movimientos.
En lo que se refiere a la institución cochambrosa montada por el Homo Egoicus (la Previdencia Social Brasileña en este caso): en aquélla ocasión relatada, no conseguí ni siquiera tener reconocido mi derecho a la asistencia por parte de ella, derecho ese, al cual en realidad yo tenía derecho sí, no solo por el lado moral como hasta por el lado legal, por llevar 20 años contribuyendo para la institución, y apenas por alguna regla burocrática “burra” creada por motivaciones absurdas, me habían dejado en aquella situación más absurda todavía: ¡con obligación de pagar por un beneficio al cual no tenía derecho de usar!...
Y ahora la situación está se repitiendo: después de viejo, después de todos los años de contribución para la Previdencia Social y a pesar de tener derecho a la jubilación por las reglas vigentes, en la hora de efectivar ese derecho, es que aparece el drama: ¡ya llevo más de un año a vueltas para resolver problemas burocráticos y estos son tan difíciles de ser resueltos, que parecen hasta imposibles de resolver, lo que me llevó varias veces a desistir ante la apariencia de ser una Misión Imposible, yo obtener eso, mi jubilación!... Bien, por el momento, y por lo que me dijeron, ya aparece mi nombre en los computadores de la Previdencia como jubilado: ¡Vamos ver si el dinero aparece también en mi mano, así espero!...

Ya hace años que desconfío de las obras del “hombre viejo”, como digo. Hace 15 años atrás entregué mi “sangre y sudor” de muchos años (mis economías) en el Proyecto Rumbo al Sol (*), este que por todo lo que indicaba sería una obra del Nuevo Hombre: una obra en sintonía con el pulsar de la Madre Naturaleza, y bajo la mirada aprobadora del Padre Celestial, este del cual creíamos que teníamos el beneplácito… Resultado: ¡Llevé trompazos por todos los lados!... Allí quedaron todas mis economías, mis esfuerzos y trabajos fueron infructíferos: ¡Solo conflictos y caos como resultado!...
Sin duda, el “hombre viejo” estaba disfrazado de Nuevo Hombre y me engañó (no fui yo solo quien salió derrotado y perjudicado con el fracaso, hubo otros que también sufrieron, apenas yo fui “el más perjudicado”, por ser quien más alto invistió en la empresa).
Reflexión final: Cuando hayas fracasado en todas tus empresas de este mundo, vuelve para mí y me encontrarás, poniendo un punto final a tus angustias e incertidumbres. (Palabras aproximadas que me vienen a la memoria y que constan del libro Imitación de Cristo, donde Aquél Mayor se comunica con el autor).
(*) La historia de aquél Proyecto, está contada en el opúsculo Don Quijote en Acuario, y puede ser encontrado en la Internet en la dirección: http://angelaguinaco.zip.net sección / histórico 13 / 8 / 2006.
4 / II / 1998. –Alto Paraíso.

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