quarta-feira, 17 de fevereiro de 2010

16 - CULPA

Ayer conversaba con una amiga sobre el tema culpa, y sobre las recomendaciones que el marido le da para ayudarla a combatir el peso de ese sentimiento negativo que la invade a veces. Le decía que yo también ya estuve mal conmigo mismo por la misma causa, pero que ya hice muchos progresos para librarme de esa “carga inútil”. Le presté el libro El Secreto de los Secretos, de U. S. Andersen y le di dos carteles que hice con trechos del mismo libro, con los títulos de Culpa y de Libertad. En esos dos trechos destacados, el autor, Andersen, nos muestra que no somos tan libres como intuitivamente pensamos ser, y sí que somos el producto de la aculturación, el resultado del medio socio-cultural donde crecemos, y que la creación del sentimiento de culpa, por ese “medio”, es para él poder nos manejar, someternos a su voluntad, “apoderarse de nuestra alma”.
Dije para ella que el sentimiento de culpa es descartable, que es apenas una cadena que nos mantiene presos a nuestros doctrinadores. Le conté también sobre mi relación desastrosa con la Religión cuando yo era niño, y que hasta hoy no conseguí librarme de los efectos nocivos sobre mi formación psíquica de individuo adulto, a pesar de ya haber hecho tratamiento psicoterapéutico hace treinta años, cuando todavía vivía en España: ¡Siento que todavía existen distorsiones en el nivel psico-emocional!…

COMPLEMENTO
No somos responsables por nuestra existencia. No escogimos el cuerpo en que vivimos, ni el lugar en que nacimos, ni nuestra lengua, costumbres, cultura, personas que nos rodean: ¡todos esos elementos fueron escogidos por un Poder Superior! Cuando aprendemos a confiar enteramente en ese Poder, a colocar nuestro “sentido de identidad”, pensamientos, acciones, talentos, capacidades, todo en fin, en Sus Manos, nosotros “crecemos” por esa simple determinación… Él nos utiliza para alcanzar Sus Propósitos, y de una manera más eficaz que aquella que nosotros podríamos usar para aprovechar nuestras potencialidades. –U. S. Andersen.
De todos los padrones transitorios, el más violento es aquél que condena a las personas por ser aquello que son, como si fuese culpa de ellas, como si pudiesen ser otra cosa si quisiesen serlo. Tenemos tanta seguridad en que controlamos nuestro destino, que cerramos los ojos a la evidencia de que el mundo entero está encadenado, y que más difícil que encontrar el “hombre honesto” de Diógenes, es encontrar su equivalente, el “hombre libre”. –U. S. Andersen.

Hoy de nuevo, al igual que ayer, estuve pensando sobre la misma temática: culpa, arrepentimiento, confesión para librarse de las culpas, libertad, etc…
Tengo querellas viejas con los esquemas religiosos tradicionales, a lo cual ya me referí en otros textos que ya escribí… Pero hoy voy a intentar ser lo más imparcial posible sobre el asunto…
En principio, el sentimiento de culpa, y la “herramienta” de la confesión que la Iglesia usa para librarnos de la “carga” de la culpa, no son inútiles…
Somos “ángeles” y “bestias” al mismo tiempo… Esta segunda parte, nuestro “lado bestia”, nuestro “lado oscuro”, retrógrado, es la que merece ser dominada, controlada, encadenada, hasta eliminada si eso fuese posible: ¡el resultado sería una “sintonización” mayor con el Padre Todopoderoso y Eterno!... El problema es la exageración usada por el Sistema para se apropiar de nuestra alma, para nos anular como individuos y forzarnos a nos transformar en mera parte de esa “alma colectiva” que existe en las sociedades humanas: ¡si entregamos nuestra alma a “grupos menores” (país, raza, credo religioso) no podemos entregarla a Dios, este que paira sobre todas las divisiones creadas por los hombres!...
21 / VIII / 1998. Alto Paraíso.

Nenhum comentário:

Postar um comentário