quinta-feira, 18 de fevereiro de 2010

27 - CAMINO DE ESPINOS

Quien no equilibra trabajo con descanso, pierde el entusiasmo y no llega muy lejos.
Maktub Pag. 185

Este pensamiento de ese libro, me trajo el recuerdo de mis tiempos de joven, cuando trabajaba en la Fundición.
Allá trabajé de peón, de los 14 a los 23 años, e un año más como cronometrador… El ambiente de trabajo era brutal… ¡en esquema de esclavitud!... La tecnología era medieval, sin un motor siquiera para mover los moldes más pesados, sin ningún vestigio de modernización. Todo hecho a fuerza bruta y corriendo a todo gas…El servicio equivalía a un maratón corrido por día: ¡Extenuante!...
De los 14 a los 18 años fue lo peor: con el cuerpo todavía en formación y haciendo trabajos de adulto… Y todavía tenía el encargado del sector, el cual me parece que tenía problemas de convivencia antiguos que venían en nivel de familias: ¡él hacía de mi vida un infierno, me sobrecargando de trabajos, escogía siempre lo peor para mí!... Vivía muriendo de agotamiento: Todo el descanso nocturno y alimentación eran insuficientes para me recuperar de la “soba” diaria: Cuando me levantaba por la mañana, no podía hacerlo de una vez, con el cuerpo todo dolorido, no conseguía quedar en pié, perdía la visión y los sentidos… Tenía que quedarme durante algún tiempo sentado en la cama hasta la visión volver, para luego quedar algún tiempo más en pié, agarrado a la cama, hasta que la náusea pasase, y así iniciar un nuevo e interminable día de trabajo…
Fueron muchos años que pasé con esos señales indicadores de agotamiento, que yo los tuve que aceptar como “normales”, sin reclamar para nadie: al fin de las cuentas ¿Para quién podría reclamar?... La vida no era fácil para nadie a mi alrededor, cada un “cargando su cruz” (la mía más pesada que la de cualquiera, debido a la “dedicación esmerada” de mi verdugo investido del papel de encargado)… Incluso, me acuerdo de las palabras de un colega, que dijo cierta vez que el mayor deseo que tenía por la mañana al despertar, era de morirse hasta las 6 de la tarde… El expresó con buen humor el deseo de otros muchos a mi alrededor… Era una vida con horizontes permanentes de negros nubarrones, sin indicios de la situación mejorar… ¡era vivir aquello o se suicidar!... no había otra opción posible… Seguir el consejo de Paulo Coelho, en su libro Maktub, citado en el comienzo, fue para mí una opción impracticable durante mi infancia y juventud…
Por vuelta de los 18 o 19 años, las cosas mejoraron para mí… el cuerpo mejor formado aguantaba mejor el servicio pesado… pero principalmente, por que por aquéllos tiempos cogí mi “verdugo particular” en la “vuelta de una esquina” y a solas, y le amenacé de matarlo si no dejase de me acosar…
Entre los 8 y los 14 años mi vida fue un tormento psicológico impuesto por mis educadores religiosos, como ya expliqué en otros lugares… de los 14 a los 18, mi tortura fue en nivel corporal… hasta los 23 años, las cosas mejoraron bastante, pero con esta edad es que mejoraron más todavía, cuando empecé a hacer trabajo de oficina, como cronometrador, lo que exigía más esfuerzo mental y poco en el nivel corporal…
Mi vida tuvo muchas alternativas… Llegaron a ocurrir cosas que parecían imposibles, a empezar por la señalada arriba: ¡Yo ni creía que era verdad que estaba desarrollando un servicio mental en vez del servicio brutal con que estaba acostumbrado desde crío, como medio de de supervivencia!... (Si bien que ese "cambio de vida" no me llovió del cielo pues siempre tuve los libros como mis compañeros más íntimos: libros de aventuras cuando era crio, y libros técnicos de cursos por correspondencia que hacia a partir de los 15 años, pues tenia la esperanza de algun dia conseguir hacer algún trabajo en que "usase más la cabeza" en vez de apenas mi cuerpo)
Luego sucedieron otros “imposibles” se transformando en realidad… como ejemplo, mis sueños de crío torturado y semi –analfabeto, de conocer “otros países”, de escribir un libro, de ser “alguien” intelectualmente hablando, aquellos “imposibles” fueron se transformando en realidad con el transcurrir de los años…
20 / IX / 1998. –Alto Paraíso.

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